La ley de los titulares de Betteridge en periodismo afirma que “cualquier titular en forma de pregunta puede ser respondido con un no”. Empezamos mal, llevándole la contraria a la sabiduría en Internet. Porque la respuesta al título de este artículo es “sí”.

Sí es posible comparar los impactos ambientales, cuando se siguen los métodos establecidos, las normas vigentes reconocidas ampliamente por la comunidad científica, y las metodologías de evaluación adecuadas. Para que una comparación entre dos productos (o servicios, o proyectos) sea válida, se tienen que cumplir dos requisitos básicos: primero, que en los dos productos se haya seguido la misma metodología de análisis, y segundo, que los productos sean realmente similares, no sólo en su definición, sino en lo que abarca esa definición, lo que se denomina “límites del sistema”.

El requisito de la metodología es de fácil cumplimiento. La evaluación de impactos ambientales de productos o servicios (no confundir con la Declaración de Impacto Ambiental, que es un documento técnico-administrativo ampliamente utilizado en proyectos civiles o de construcción que se rige por su propia normativa) se realiza mediante el denominado Análisis de Ciclo de Vida (ACV), que está normalizado internacionalmente a través de las normas ISO 14040:2006 “Gestión ambiental. Análisis del ciclo de vida. Principios y marco de referencia” e ISO 14044:2006 “Gestión ambiental. Análisis del ciclo de vida. Requisitos y directrices.”. Hace unos meses hablamos sobre el ACV en este otro artículo de este mismo blog.

El segundo requisito es también fácil de cumplir, a través de las denominadas “Reglas de Categoría de Productos”, conocidas también como PCR por sus siglas en inglés. Estas Reglas permiten establecer los límites del sistema que se está analizando, los impactos ambientales mínimos que se deben reportar en una evaluación ambiental, y cómo se deben comunicar estos impactos. Las PCR, por tanto, aportan transparencia y comparabilidad a las declaraciones ambientales.

Etapas PCR

Etapas para el desarrollo de una PCR. Imagen: Solid Forest

A la hora de comparar dos productos o servicios a través de una declaración ambiental es fundamental que los productos, como hemos dicho, sean similares. Así, no es posible comparar los impactos ambientales de un metro cuadrado de carretera con los de un metro cuadrado de vidrio laminado, puesto que se trata de productos cuya tecnología y sistema de producción es completamente diferente, por lo que elementos como la energía necesaria para la producción, los materiales necesarios, los procesos de reciclaje, la puesta en funcionamiento, y su uso previsto son completamente distintos (vale; en realidad, sí es posible comparar los impactos ambientales de un metro cuadrado de carretera con los de un metro cuadrado de vidrio, pero la comparación no tiene sentido alguno a la hora de evaluar la idoneidad ambiental de un producto u otro, puesto que no son alternativas entre sí, dado que no puedo instalar una ventana con un metro cuadrado de carretera, ni puedo utilizar un metro cuadrado de vidrio para que circulen vehículos por encima).

Las PCR se desarrollan por consenso entre todas las partes interesadas (empresas, expertos en ACV, asociaciones, comunidad científica, etc.), y tratan de ser lo más específicas posible, para optimizar esa comparabilidad. Por ello, existen por ejemplo una PCR para evaluar “autovías y carreteras que no incluyan puentes, túneles ni sean elevadas”, y otra PCR específica para “puentes, túneles y vías elevadas”.

Estas PCR establecen además, como hemos indicado anteriormente, los “límites del sistema”, es decir, hasta dónde debe llegar el analista, y qué fases debe incluir a la hora de evaluar un producto o servicio. Por norma general, en la mayoría de PCRs existentes actualmente el sistema abarca todo, en lo que se denomina un análisis “de la cuna a la tumba”, es decir, desde la extracción de todas las materias primas, hasta la disposición final de los residuos tanto de la producción como después del uso, pasando por todas las fases intermedias de producción, distribución, etc. En algunos casos la PCR nos puede indicar que consideremos también en el análisis la construcción y amortización de los edificios, infraestructura y maquinarias necesarios para la producción, en otros casos no. En la mayoría de los casos el análisis será “de la cuna a la tumba”, pero en otros será “de la cuna a la puerta” (es decir, generalmente hasta la puesta del producto en el punto de venta), o con un límite más específico, pero en cualquier caso, siempre que dos productos o servicios cumplan la misma PCR, serán comparables entre sí.

Distintas organizaciones son las encargadas de coordinar y validar estas Reglas de Categoría, entre ellos la Comisión Europea, a través de su programa piloto de Huella Ambiental, u programas independientes como el Sistema Internacional EPD®, el sistema IBU, o GlobalEPD de AENOR, que en general están harmonizados y mutuamente reconocidos entre sí, por lo que la validez de las declaraciones ambientales es enormemente amplia. Estos sistemas, tienen además un respaldo adicional, que es que en general requieren una verificación por tercera parte de las Declaraciones Ambientales publicadas.

Programas PCR

Logotipos de algunos programas de Declaraciones Ambientales de Productos y Servicios

Como parte del Paquete de Trabajo 4 del Proyecto Repara 2.0 se está desarrollando una Regla de Categoría denominada “Rehabilitation Services of highways, streets and roads”, bajo el Sistema Internacional EPD®. Esta PCR permitirá al sector, a nivel internacional, analizar los impactos ambientales de los servicios de reparación y mantenimiento de carreteras de una forma harmonizada, coherente y comparable.

Para facilitar estas evaluaciones ambientales, también dentro del Paquete de Trabajo 4, desde Solid Forest estamos desarrollando un software específico sectorial para proyectos de rehabilitación de carreteras, que cumple íntegramente con los requisitos de la metodología de Análisis de Ciclo de Vida, incluye en su base de datos todos los nuevos materiales desarrollados dentro del Proyecto Repara 2.0, así como materiales tradicionales, y permitirá a los usuarios no sólo conocer los impactos ambientales de los proyectos de rehabilitación, sino diseñar los proyectos escogiendo las alternativas más sostenibles, objetivo principal de la evaluación de impactos y de la comparabilidad entre productos y servicios, que sí, es posible.